El cloud computing ofrece numerosas ventajas, sobre todo a pequeñas y medianas empresas: la adquisición de una estructura de TI propia que incluya servidores es complicado, pues exige una importante inversión económica, además de un servicio de mantenimiento constante, lo que requiere un personal especializado. Asimismo, en el mejor de los casos el centro de datos crece con la empresa, aunque esto no significa que lo haga de acuerdo a los recursos requeridos. En lugar de ello se va comprando hardware en ciclos predeterminados, estimando la demanda en un futuro. Todo ello supone una adquisición de recursos mayor a la que necesita realmente.
No obstante, la mayoría de las empresas no pueden operar sin un centro de datos. Es por ello que la informática en la nube supone una solución plausible, pues se adapta a los requerimientos de recursos. Tanto la instalación como el mantenimiento del hardware pasan a formar parte del trabajo de profesionales, de modo que la empresa solo va a necesitar terminales sencillos y asequibles que los usuarios usan para acceder a la oferta de computación en la nube. Además, las granjas de servidores profesionales, como las utilizadas por los proveedores de cloud computing, suelen contar con una mejor protección de la que se podría conseguir localmente, pues el personal de seguridad evita el acceso de terceros, los técnicos protegen los servidores de ataques digitales y los expertos en protección garantizan que los datos no se dañen o se destruyan. A ello se añade que algunos proveedores de cloud computing realizan copias de seguridad obligatorias.
Pero estos sistemas también presentan inconvenientes, por lo que muchas empresas siguen reacias a implantarlos. Para algunas empresas, la falta de adaptación es uno de los motivos para rechazar su implementación, pues se crea una dependencia de las configuraciones de los diferentes proveedores. Además de que si el proveedor por algún motivo deja de ofrecer sus servicios, la empresa se encuentra ante un problema real. A todo esto hay que añadir la necesidad de contar con una conexión estable a Internet, pues de interrumpirse con frecuencia o ser muy lenta, el trabajo no es efectivo.
A pesar de todo, la protección de datos es probablemente el tema que suscite una reticencia mayor: si bien es cierto que los datos están protegidos en el espacio de almacenamiento, realizar una transmisión a través de Internet representa siempre un riesgo. Otro de los problemas tiene que ver con la localización del centro de datos, pues mientras que los proveedores europeos han de cumplir con las regulaciones de este continente, el resto de proveedores internacionales siguen otras normas. Por ejemplo, las empresas de EE.UU. están obligadas por ley a revelar los datos a las autoridades estadounidenses si así se requiere. Dado que las empresas que usan la computación en la nube tratan a menudo con datos confidenciales de terceros, suelen ver con cierto escepticismo este tema.
Conviene tener presente también que la computación en la nube no es gratuita, por lo que los usuarios han de tener en cuenta los recursos que requieren y, sobre todo, en qué momento. Las empresas tienden a contratar más recursos de los necesitados, pues los costes son en principio muy bajos. Pero estos se van acumulando, si bien no siempre ocurre así: muchos proveedores ponen a disposición instancias a corto plazo en cuanto estas dejan de usarse, lo que disminuye costes.
Ventajas | Inconvenientes |
No supone un costo en la adquisición | Requiere conexión a Internet rápida y estable |
Sin compromiso de capital | Consideraciones ante las políticas de protección de datos |
Soluciones escalables | Dependencia del proveedor |
No requiere personal especializado | La transmisión conlleva riesgos de seguridad |
El mantenimiento y la protección de los centros de datos están asegurados | Los precios reducidos conducen a menudo a recurrir a más recursos de los que se necesitan |