Cloud computing

Poner en marcha un centro de datos es complejo y costoso, además de requerir personal especializado tanto para la instalación como para el mantenimiento, sin contar con que no se puede escalar según las necesidades puntuales. Al fin y al cabo, la empresa busca crecer y, para ello, la infraestructura de TI ha de ir siempre un paso por delante, motivo que lleva a disponer de más recursos de los que los empleados necesitan en un momento determinado. Y es que para la mayoría de las empresas el buen funcionamiento de un centro de datos es esencial, pues si falla no se puede llevar a cabo el trabajo. Para evitar esta situación se prefiere invertir de más.

No obstante, el cloud computing, también conocido como informática en la nube o computación en la nube, ofrece un enfoque distinto: la empresa, en vez de crear, instalar y mantener toda una estructura por sí misma, utiliza los servicios disponibles en la Web, ya que en Internet se ofrecen diferentes servicios de un centro de datos: potencia de cálculo (o potencia de procesador), espacio de almacenamiento, bases de datos, entornos de software, etc. En la mayoría de los casos, este tipo de externalización se basa en un concepto de alquiler, lo que permite añadir servicios y capacidades cuando es necesario.

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Historia del cloud computing

Al contrario de lo que se pueda pensar, la interconexión de terminales con el fin de ofrecer un mayor espacio de almacenamiento y potencia de cálculo a más usuarios no es un descubrimiento nuevo. Ya en los años 1950 la aparición de los mainframes marcaba el inicio de lo que hoy se conoce como cloud computing. Como mainframe se entendía a una computadora central a la que los usuarios podían conectarse desde diferentes terminales dentro de una misma organización (ya fueran empresas o universidades), permitiéndoles utilizar sus capacidades. Sin embargo, en sus inicios los usuarios tenían que compartir el tiempo, esto es, reservar un tiempo de computación durante el que se podía usar los servicios de mainframe.

En la décadas siguientes se desarrolló la virtualización, gracias a lo cual se podían utilizar instancias de cálculo abstractas, completamente virtuales. Con el descubrimiento de Internet todo el mundo empezó a tener acceso a estos entornos virtualizados y finalmente su puesta en venta en los años noventa llevó a que estos modelos estuviesen disponibles para las grandes masas.

A partir de entonces la nube como concepto empezó a ganar popularidad, aunque realmente no fue hasta el nuevo milenio cuando las empresas y los particulares empezaron a prestar atención a este tipo de tecnología. Las primeras ofertas de cloud computing se trataban de servicios individuales, tales como espacio de almacenamiento para el intercambio de datos o las hojas de Google con las que varios usuarios pueden trabajar en un mismo documento de forma simultánea. Al mismo tiempo, Amazon empezó a poner a disposición de los usuarios su amplia oferta de servidores. La plataforma Amazon Web Services (AWS) permite a otras empresas utilizar la infraestructura del gigante del eCommerce y ejecutar en ella los programas.

La computación en la nube es ahora parte del día a día de numerosas personas. La mayoría de teléfonos móviles y, más concretamente, el Internet de las cosas, está en contacto constante con la nube. Por ejemplo, cuando los usuarios hacen una foto, los móviles la suben directamente a la nube de Google o Apple, de modo que se puede acceder a la imagen desde otros dispositivos.

¿Qué es la computación en la nube?

La computación en la nube es un término genérico utilizado para describir la oferta de hardware y software de la que se puede disponer a través de Internet. No obstante, no establece hasta qué punto tiene lugar la prestación de servicios, abarcando desde el almacenamiento en la nube, que permite a los usuarios ampliar el espacio del disco duro con la capacidad de almacenamiento ofrecida por servidores remotos, hasta las infraestructuras en la nube que permiten a la empresas disponer de centros de datos completos.

Definición cloud storage

Cloud computing es el término genérico que describe el suministro de soluciones hardware o software a través de Internet. Los usuarios pueden contratar la potencia de procesamiento, el espacio de almacenamiento o los entornos de software que necesiten ya sea para ampliar o para sustituir la propia infraestructura.

De acuerdo con la publicación del National Institute of Standards and Technology (NIST), los servicios ofertados que se consideran dentro del concepto de cloud computing deben cumplir con una serie de características:

  • Autoservicio a demanda: los usuarios han de poder acceder a los recursos que necesiten sin tener que ponerse en contacto con el proveedor.
  • Acceso amplio de red: el acceso al cloud computing se realiza a través de Internet y no requiere utilizar un protocolo específico o técnicas poco comunes. El uso de métodos estandarizados se ocupa de que todos los usuarios tengan acceso al servicio sin problemas.
  • Pool de recursos: la combinación de diferentes instancias de computación, que en la mayoría de los casos se trata de una granja de servidores, es prácticamente un requisito para la computación en la nube. Estos pools permiten que varios usuarios dispongan de la capacidad de almacenamiento o la potencia de cálculo requerida al mismo tiempo. Además, el cliente no tiene por qué saber el dispositivo que se usa para ello, ya que los recursos se van asignando de forma dinámica.
  • Elasticidad y escalabilidad: los recursos deben estar a disposición de los usuarios con celeridad y de acuerdo a las necesidades de cada uno. En el mejor de los casos hay automatismos activos que sirven para activar o desactivar recursos sin intervención de clientes o empleados.
  • Servicio medible: el uso de los servicios en la nube se está monitorizando en todo momento, lo que aporta transparencia tanto para el proveedor como para el usuario.

También se puede entender el cloud computing como un intento de permitir el acceso a la computación al mismo nivel que se disfruta de otros servicios de infraestructuras, aplicando la siguiente lógica: la capacidad de computación procede de Internet del mismo modo que el agua sale del grifo y la electricidad se obtiene a partir de los enchufes. Al igual que la mayor parte de las personas no saben cómo funciona una central eléctrica, con la computación en la nube tampoco necesitan conocer la composición de un ordenador. Es decir, los usuarios utilizan los recursos requeridos (espacio de almacenamiento, procesador) sin necesidad de conocer su procedencia.

El cloud computing se basa bien en un centro de procesamiento de gran tamaño, bien en una granja de servidores, donde los ordenadores o servidores se conectan agrupando los recursos. Este tipo de computación en malla (grid computing) permite obtener un alto rendimiento. Además, si se combina con la virtualización, se pueden crear instancias virtuales dentro de la red para los usuarios individuales, aunque estos no sepan el dispositivo en el que se encuentran los datos. Y es que, aun no disponiendo de esta información, el acceso tiene lugar de forma rápida y sin problemas.

Variantes del cloud computing

Con el tiempo han ido apareciendo diferentes ofertas en el mercado, las cuales se diferencian  principalmente en lo que se refiere al modelo de capas y a la forma de implementación, si bien también difieren según los precios y servicios que soportan.

Modelo de capas

Cada capa se refiere a un modelo concreto del servicio: hay diferentes tipos de capas “as a service” en función del alcance de la oferta, que se organizan en una estructura piramidal: mientras que el modelo infraestructura como servicio tiene el alcance mayor, el software como servicio se focaliza en una aplicación específica.

  • Infraestrucutura como servicio (IaaS, Infrastructure as a Service). En esta capa el proveedor ofrece soluciones de hardware completas: potencia de procesamiento, espacio de almacenamiento y tecnología de red, tratándose de instancias completamente virtualizadas distribuidas en el pool de recursos. IaaS sirve como base para el resto de capas, aunque también se ofrece como producto individual.
  • Plataforma como servicio (PaaS, Platform as a Service). Esta capa va un paso más allá y pone a disposición del usuario no solo el hardware sino también un entorno completo. PaaS está pensada sobre todo para desarrolladores de software. El proveedor se encarga de proporcionar un entorno de desarrollo ya creado en la nube en un hardware alojado, por lo que los programadores se ahorran la instalación y el mantenimiento del entorno.
  • Software como servicio (SaaS, Software as a Service): en la capa superior se ofrece a los usuarios un software completo en la nube, es por eso que SaaS está pensado sobre todo para el consumidor medio, que no va a necesitar instalación ni mantenimiento y está seguro de que el rendimiento del hardware basta para el funcionamiento del software. Para poder acceder al software, los usuarios utilizan bien el navegador web, bien un programa restringido que carga la parte principal en la nube.
  • Everything as a Service (XaaS). Junto a los tres modelos nombrados, van anunciándose cada vez con más frecuencia otros servicios, aunque se debe normalmente a motivos de marketing. Un XaaS sirve para designar cualquiera de las capas anteriores, aunque también puede ocurrir que no tenga relación alguna con el cloud computing. Es el caso de Humans as a Service (HuaaS) que describe un tipo de crowdsourcing.

Modelo de implementación

Estos modelos describen el tipo de oferta: ¿se reservan las instancias para un único usuario o empresa o las comparte en un pool con otros usuarios?

  • Nube privada: el servidor lo usará un solo usuario. Una nube privada puede estar, aunque no obligatoriamente, en una red interna (nube interna). Incluso con un proveedor de hosting con granjas de servidores es posible recurrir a un hardware dedicado al que no tienen acceso el resto de usuarios del proveedor.
  • Nube comunitaria: una nube comunitaria funciona de forma similar a una nube privada, solo que este caso son varios clientes los que comparten una instancia de hardware dedicado. La combinación de usuarios no es casual, sino que pertenecen al mismo ámbito de negocios o comparten los mismos intereses. Este tipo de nube se puede gestionar tanto de forma interna como externa y frente a la nube privada supone un ahorro de costes.
  •  Nube pública: este tipo de implementación se corresponde con el verdadero ideal en el que se basa el concepto de la nube. El usuario usa, al igual que el resto de personas, la misma conexión al servidor y desconoce quién usa qué hardware, ni tampoco puede determinarlo.
  • Nube híbrida: se trata de una fusión entre la nube pública y la privada. Es la empresa o el particular el que decide qué parte de la operación tiene lugar en la nube privada (por ejemplo, aspectos importantes en la seguridad), y cuál le asigna la nube pública.

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Ventajas y desventajas del cloud computing

El cloud computing ofrece numerosas ventajas, sobre todo a pequeñas y medianas empresas: la adquisición de una estructura de TI propia que incluya servidores es complicado, pues exige una importante inversión económica, además de un servicio de mantenimiento constante, lo que requiere un personal especializado. Asimismo, en el mejor de los casos el centro de datos crece con la empresa, aunque esto no significa que lo haga de acuerdo a los recursos requeridos. En lugar de ello se va comprando hardware en ciclos predeterminados, estimando la demanda en un futuro. Todo ello supone una adquisición de recursos mayor a la que necesita realmente.

No obstante, la mayoría de las empresas no pueden operar sin un centro de datos. Es por ello que la informática en la nube supone una solución plausible, pues se adapta a los requerimientos de recursos. Tanto la instalación como el mantenimiento del hardware pasan a formar parte del trabajo de profesionales, de modo que la empresa solo va a necesitar terminales sencillos y asequibles que los usuarios usan para acceder a la oferta de computación en la nube. Además, las granjas de servidores profesionales, como las utilizadas por los proveedores de cloud computing, suelen contar con una mejor protección de la que se podría conseguir localmente, pues el personal de seguridad evita el acceso de terceros, los técnicos protegen los servidores de ataques digitales y los expertos en protección garantizan que los datos no se dañen o se destruyan. A ello se añade que algunos proveedores de cloud computing realizan copias de seguridad obligatorias.

Pero estos sistemas también presentan inconvenientes, por lo que muchas empresas siguen reacias a implantarlos. Para algunas empresas, la falta de adaptación es uno de los motivos para rechazar su implementación, pues se crea una dependencia de las configuraciones de los diferentes proveedores. Además de que si el proveedor por algún motivo deja de ofrecer sus servicios, la empresa se encuentra ante un problema real. A todo esto hay que añadir la necesidad de contar con una conexión estable a Internet, pues de interrumpirse con frecuencia o ser muy lenta, el trabajo no es efectivo.

A pesar de todo, la protección de datos es probablemente el tema que suscite una reticencia mayor: si bien es cierto que los datos están protegidos en el espacio de almacenamiento, realizar una transmisión a través de Internet representa siempre un riesgo. Otro de los problemas tiene que ver con la localización del centro de datos, pues mientras que los proveedores europeos han de cumplir con las regulaciones de este continente, el resto de proveedores internacionales siguen otras normas. Por ejemplo, las empresas de EE.UU. están obligadas por ley a revelar los datos a las autoridades estadounidenses si así se requiere. Dado que las empresas que usan la computación en la nube tratan a menudo con datos confidenciales de terceros, suelen ver con cierto escepticismo este tema.

Conviene tener presente también que la computación en la nube no es gratuita, por lo que los usuarios han de tener en cuenta los recursos que requieren y, sobre todo, en qué momento. Las empresas tienden a contratar más recursos de los necesitados, pues los costes son en principio muy bajos. Pero estos se van acumulando, si bien no siempre ocurre así: muchos proveedores ponen a disposición instancias a corto plazo en cuanto estas dejan de usarse, lo que disminuye costes.

Ventajas

Inconvenientes

No supone un costo en la adquisición

Requiere conexión a Internet rápida y estable

Sin compromiso de capital

Consideraciones ante las políticas de protección de datos

Soluciones escalables

Dependencia del proveedor

No requiere personal especializado

La transmisión conlleva riesgos de seguridad

El mantenimiento y la protección de los centros de datos están asegurados

Los precios reducidos conducen a menudo a recurrir a más recursos de los que se necesitan