En general, la función del raytracing es bastante simple: en primer lugar, se diseña un gráfico en 3D que incluye diversos objetos utilizando un software de modelado en 3D (como Blender o Cinema 4D) y se anima como una escena. Para simular una iluminación realista, se colocan fuentes de luz en ese paisaje en 3D que hacen que los objetos sean “visibles”. Aquí es donde entra en juego el raytracing: como en cualquier animación 3D, una cámara virtual sirve como ojo del espectador. Con la ayuda de la tecnología de raytracing, el algoritmo traza rayos o líneas entre los objetos y la cámara, calculando si son visibles para la cámara y cuántos píxeles se requieren por línea.
Asimismo, el raytracing reconoce si los rayos de luz se originan en fuentes de luz o, por el contrario, se reflejan en objetos situados en el campo de visión de la cámara. A continuación, el algoritmo define los colores de los píxeles en función de los rayos de luz, los reflejos, la incidencia de la luz y la textura de las superficies que ha rastreado. Incluso los objetos invisibles y las fuentes de luz se incluyen en la renderización. El resultado es un modelo de iluminación realista con efectos de luces y sombras complejos en tiempo real. Además, la tecnología RTX de Nvidia funciona con una inteligencia artificial llamada deep learning Super Sampling, que permite optimizar la resolución y la velocidad de los fotogramas.