La legislación española solo contempla el derecho a cambiar o devolver productos si presentan taras. Esto significa que una vez adquirido, si el producto no está defectuoso, el cliente no tiene por qué poder devolverlo sin más.
Por tanto, devolver un producto no es un derecho del cliente, sino más bien un gesto de buena voluntad del comerciante. Sí que existe, sin embargo, una excepción para el caso de las tiendas online. Dado que el cliente no puede probar de antemano la mercancía ni comprobar cómo se siente al tocarla, olerla o ponérsela, como sí puede hacerse en una tienda física, para las compras en línea existe el llamado derecho de rescisión, que legalmente te permite devolver un producto comprado en Internet en un plazo de 14 días. Este derecho, regulado por la normativa europea, también se extiende a cualquier compra que se haya realizado fuera de un establecimiento comercial (por teléfono, correo o a un vendedor a domicilio). Por lo demás, la política de devoluciones como tal solo existe si la tienda decide tenerla.
Con una política de devoluciones, los clientes que hayan comprado un producto sin defectos y quieran devolverlo porque no les gusta (u otro motivo), pueden hacerlo. No obstante, si el producto tiene taras, podrán acogerse a la garantía.