La mayoría de las personas utilizan, sin ser conscientes de ello, un servidor DNS de su proveedor de internet que suele estar preinstalado en el rúter local. De esta forma, cualquier consulta DNS está sujeta a control por parte del proveedor de internet.
Los proveedores de internet pueden manipular deliberadamente sus tablas DNS para aplicar censuras estatales. De esta forma, en muchos países se frustra el acceso de los usuarios a dominios de pornografía o intercambio de archivos. Si el usuario intenta acceder a uno de estos dominios bloqueados, se le desvía a una página de advertencia. No obstante, es posible evitar estos bloqueos fácilmente utilizando un servidor DNS no censurado.
Este mismo truco de desviar el acceso del usuario a un dominio determinado y llevarlo a otra página también se utiliza para recolectar datos del usuario con fines comerciales. Así, los proveedores de internet recurren al DNS hijacking para desviar hacia cierta página a un usuario que busca un dominio no existente o que lo escribe mal. Dicha página muestra publicidad, por ejemplo, o crea un perfil de usuario que se vende lucrativamente.