Antes las redes sociales como Facebook, Instagram o Pinterest no estaban hechas para vender productos y, a pesar de ello, en muchos casos funcionaban muy bien. Tan bien que, por ejemplo, Facebook ha creado su propio Marketplace, donde te da la posibilidad de poner tu propia tienda donde poder presentar tus productos en Facebook e Instagram. E incluso la venta también se puede realizar a través de tu propia página.
Las redes sociales se ven principalmente como centros de información y comunicación en lugar de como plataformas de venta, a pesar de que juegan un papel decisivo en el comienzo de las empresas: son un medio excelente para alcanzar popularidad, mantener el contacto con clientes habituales y de crear una comunidad de seguidores a los que proveer de las informaciones más actuales.
Lo fundamental en la utilización de redes sociales para vender artesanía es no romper las reglas de Facebook, Instagram y otros, y aprender a utilizar con éxito sus mecanismos y funciones. La manera en la que muchas personas llegan a ver tus publicaciones depende principalmente de los algoritmos del medio correspondiente. Tener contenidos buenos y una gran comunidad de seguidores es una condición básica cuando quieres alcanzar el mayor número de personas posibles. Cuando se trata de vender productos a través de las redes sociales, en muchos casos no se puede evitar pagar por publicidad. Por lo general, esto es barato y permite delimitar los grupos objetivo en función de sus áreas de interés.
Lo ideal para vendedores y productores es que se comience la venta a través de las redes sociales pero que realmente la compra se realice a través de la propia página web. De esta manera, tanto el vendedor como el productor conservan el control sobre los datos de los clientes y pueden también dirigirse a los clientes por otros canales, cumpliendo con las normas de protección de datos respectivas.