La idea del inventor de Bitcoin, Satoshi Nakamoto, era crear una moneda descentralizada, internacional y transparente que fuera accesible para todos y no estuviera controlada por instituciones financieras ni naciones. El cryptomining está abierto a todos los usuarios con acceso a Internet, siempre que posean el hardware y el software necesarios. Aunque minar criptomonedas solía ser rentable, hasta cierto punto incluso para los mineros individuales, esos días ya han pasado. Las criptodivisas son ahora el objetivo de millones de mineros. En diez años, el valor de Bitcoin se ha multiplicado por 60 000.
Lo que al principio parecía un campo de juego igualado se ha convertido en una carrera armamentística de potencia de cálculo y electricidad. Cualquiera que quiera ganar dinero con el cryptomining necesita un equipo potente, ya que la minería es cada vez más difícil y requiere más tiempo. Por tanto, la minería solo es lucrativa cuando se realiza en grandes redes informáticas interconectadas o granjas mineras. Los mineros en solitario tendrán que invertir sumas considerables para comprar equipos de alta calidad.
Una de las razones por las que la minería requiere cada vez más recursos es el número de criptomonedas en circulación. Como el valor de la moneda disminuye con el número de unidades monetarias, el valor de la moneda se reduce regularmente a la mitad. Como resultado, se requiere el doble de esfuerzo de minería. Por tanto, los mineros solo pueden mantener la minería de las criptodivisas más codiciadas mediante un consumo de energía favorable y una gran potencia de cálculo.