Otra alternativa a Bitcoin es Ripple, una moneda similar a Ethereum que se define a sí misma como la cadena de bloques de los bancos: una plataforma para el intercambio de dinero, ya sea criptográfico o tradicional. Esta es también una de las mayores diferencias entre Ripple y otras monedas como Bitcoin: donde otros sistemas siguen la ideología de que los bancos y otras instituciones financieras se están quedando obsoletos, Ripple quiere integrar a los intermediarios dentro de su red. De este modo, los bancos deberían poder procesar transferencias (incluso internacionales) en cuestión de segundos.
La red de Ripple, a diferencia de los otros sistemas, no está organizada de forma descentralizada: las piedras angulares del sistema son las bases de datos accesibles al público y cada transacción individual se registra en ellas. El registro se encuentra en varios servidores distribuidos por todo el mundo y se coteja constantemente mediante algoritmos de consenso. De hecho, Ripple se comercia con pagarés en lugar de dinero. Las llamadas pasarelas, que en la mayoría de los casos son bancos, cambian estos pagarés por dinero fiat, es decir, dinero establecido como moneda por una regulación gubernamental.
Sin embargo, la red Ripple también ofrece su propia moneda criptográfica: XRP (también llamada Ripple). El precio de una XRP es muy bajo en comparación con otras criptomonedas, y ni siquiera vale la mitad de un dólar estadounidense. Esto se debe principalmente a que Ripple tiene en circulación una gran cantidad de monedas digitales en comparación con otras criptomonedas. Originalmente, los desarrolladores crearon 100 mil millones de XRP, número que, de acuerdo al protocolo, no debería modificarse. Sin embargo, no todas están en circulación, ya que los especuladores comercian con XRP al igual que hacen con otras monedas criptográficas.
Para entender cómo funciona esta moneda, hay que dar otro paso atrás y recordar su idea inicial: en principio, las deudas (o pagarés) se intercambian entre las pasarelas a través de Ripples. Por ejemplo, si un usuario desea enviar dinero a otra persona, lo paga a través de una pasarela de enlace, la cual no envía el importe directamente, sino que da instrucciones a la pasarela de enlace del usuario receptor para pagar el dinero. Esto significa que una pasarela de enlace está en deuda con la otra, lo que requiere confianza entre las partes negociadoras. Si no es posible, se pueden conectar pasarelas adicionales entre sí, las cuales a su vez confían las unas en las otras. Sin embargo, esta cadena de confianza aumenta los costos de transacción; en tal caso, es posible cambiar a XRP, convertir la cantidad real y transferir así los valores directamente en cuestión de segundos.
El otro beneficio de Ripples es la seguridad: las transacciones que no se llevan a cabo en XRP están sujetas a un cargo. Actualmente, una transacción cuesta las llamadas 10 drops, lo que corresponde a 0,00001 XRP y, por lo tanto, equivale a una pequeña fracción de un dólar estadounidense. Lo especial de esta tarifa es que nadie la puede reclamar: los Ripples correspondientes simplemente se destruyen. Dado que los desarrolladores no introducen nuevas monedas en la red, el valor de XRP aumenta con el tiempo y, por tanto, la tarifa de transacción probablemente también se ajustará. El objetivo detrás de estos costes es proporcionar protección contra el spam o los ataques en la red.
Teóricamente, es posible que los criminales sobrecarguen la red con transacciones falsas. Lo que esta tasa puede evitar es que tales ataques sean antieconómicos. Para que esta técnica funcione, es necesario que cada cuenta en Ripple tenga al menos 20 XRP de reserva en la billetera digital, lo que garantiza que los usuarios puedan pagar las tasas de transacción.
Ripple ha atraído mucha atención dentro el mundo financiero, principalmente debido a su enfoque bancario. Algunas instituciones financieras ya han establecido asociaciones con el sistema o, al menos, han expresado interés de forma abierta. Sin embargo, hasta ahora solo unos pocos proveedores de servicios han utilizado Ripple, ya que el sistema se critica mucho debido a la distribución de Ripples: de los 100 mil millones iniciales de XRP, los desarrolladores retuvieron el 20 % para ellos y transfirieron el resto a Ripple (anteriormente Rippe Labs). La empresa desarrolla el protocolo y distribuye todos los Ripples que se reciben dentro de la red.
Los opositores critican a la compañía por querer distribuir sólo 55 mil millones de XRP de estos 80 mil millones. La empresa quiere quedarse con los 25 000 millones restantes y utilizarlos para financiarse: si el valor del XRP aumenta en el futuro, el valor total de la empresa también aumentará. La comunidad también está preocupada por el hecho de que solo una fracción de los 55 000 millones prometidos haya sido distribuida a los participantes de la red. Con el fin de refutar esta crítica, un algoritmo debe proporcionar la distribución que se ha prometido.