Al margen del acceso restringido, la dark web se caracteriza por el anonimato absoluto de los usuarios: las páginas por las que se navega o con las que se comunica permanecen ocultas a los extraños y a los motores de búsqueda. Gracias a las criptomonedas, como los bitcoins, las transacciones de dinero también se realizan de manera totalmente anónima.
En principio, también es posible hacer uso de ofertas web completamente legales en la dark web, siempre que, previamente, se haya creado la correspondiente variante .onion para ello. Te facilitaremos más información sobre .onion en la parte final del artículo. Un caso real de aplicación sería que los usuarios que quieran acceder a Twitter, Facebook, etc. desde países con regulaciones muy estrictas pudieran hacerlo a través de la dark web. Además, periodistas, opositores de sistemas políticos y denunciantes también aprovechan el anonimato para difundir información y organizarse. Por ello, la dark web también ofrece un espacio para albergar actividades “positivas”.
Sin embargo, la realidad suele ser bien diferente. El tráfico de datos robados y drogas siguen siendo las cosas más inofensivas que se hacen a través de foros y mercados de la dark web. Los actos criminales graves, el tráfico de armas y la trata de blancas también forman parte de la dark web.