La escalabilidad y el rendimiento son algunos de los criterios técnicos cruciales a la hora de elegir un proveedor de nube. El rendimiento puede medirse con métricas de acceso y procesamiento de datos. Entre ellas se incluyen los núcleos de la CPU, la RAM y el almacenamiento masivo disponibles, cada una dividida por unidad de tiempo. Por lo general, el cliente puede elegir entre distintos tipos de tecnologías utilizadas, por ejemplo, procesadores AMD o Intel, almacenamiento HDD o SDD, etc. También está el tráfico de datos entrantes y salientes, que se calcula según la cantidad de datos transferidos. Asimismo, es esencial que los recursos que se utilicen puedan ampliarse en función de las necesidades.
Las métricas de rendimiento hacen referencia a la máxima eficiencia esperada, pero no bastan para evaluar un servicio de almacenamiento en la nube. Para realizar una evaluación significativa, necesitamos datos sobre la fiabilidad y disponibilidad del servicio. Para indicar la alta disponibilidad de un servicio, muchas veces se ofrece esta cifra en porcentaje. Típicamente nos encontramos una disponibilidad de 99,999 %, también conocida como los “cinco nueves”. Si un servicio cuenta con una disponibilidad del 99,999 %, calculamos un tiempo de inactividad de menos de un segundo por día. Para garantizar la alta disponibilidad de los sistemas, estos se encuentran de manera redundante en centros de cálculo repartidos por el mundo.
Igualmente vital es tener en cuenta la evolución futura de las tecnologías en la nube, entre la que se encuentra la disponibilidad esperada de nuevos servicios, aplicaciones, protocolos e interfaces. Idealmente, el proveedor tendrá disponible un entorno de pruebas. Así, los propios clientes pueden convencerse de la capacidad de rendimiento de las nuevas tecnologías y enfoques.