Aunque benefician al usuario final, las API son principalmente utilizadas para los programadores. En general, los desarrolladores de una aplicación de software ponen a disposición la interfaz de programación de aplicaciones para que los programadores de otras aplicaciones puedan utilizar la interfaz. La Interfaz de Programación de Aplicaciones define cómo se recibe y devuelve la información y los datos entre los módulos. Google, por ejemplo, ofrece una API para permitir a otros programadores integrar sus propias aplicaciones en los servicios de Google. Para esto, utilizan un estándar propio al que debe adherirse el software externo.
Para la comunicación entre aplicaciones, en particular en la web, el protocolo REST es muy popular. Una API REST utiliza comandos que también se utilizan para HTTP. Las instrucciones no son complicadas y, por lo tanto, hacen que el intercambio de información sea muy fácil. Además, este sencillo protocolo facilita a los programadores la conexión a la API.
Otro aspecto importante para poder presentar la interfaz de programación de aplicaciones es la estandarización, independientemente del protocolo utilizado para el intercambio. Además, se debe instruir a los otros programadores sobre cómo utilizar la interfaz correctamente. Por esto, las API suelen venir acompañadas de documentación detallada sobre la sintaxis y la función.