En una infraestructura serverless la gestión del hardware por parte del proveedor es esencial. El único desafío con el que tienen que lidiar los usuarios es integrar su software o su lógica, incluidas las funciones adecuadas, en el espacio alquilado en la nube. El acceso a estas funciones se puede realizar de dos maneras:
- de forma asíncrona, a través de eventos,
- o de forma sincronizada, según el modelo Client-Server clásico.
La primera variante ofrece la ventaja de evitar un acoplamiento demasiado rígido de las distintas funciones y de mantener la demanda de recursos en un nivel bajo durante la ejecución. Una función posible basada en eventos sería, por ejemplo, que al cargar una imagen siempre se cree también un icono en miniatura. En la variante clásica, el cliente siempre tiene que enviar una solicitud especial al servidor para poder acceder a una función correspondiente para poder crear la vista en miniatura.
A diferencia de una infraestructura de plataforma como servicio, el proveedor de serverless computing no facilita, para ello, un entorno de trabajo duradero para todo el tiempo de trabajo, sino que aporta de manera puntual y en tiempo real aquellos recursos que se requieren durante el tiempo de ejecución de una única llamada de función. Obviamente, los servicios serverless también cuentan con servidores físicos y virtuales para permitir la ejecución de las funciones, pero se encuentran en un segundo plano (por lo que los usuarios no los perciben).