La tecnología digital que conocemos hoy en día no se desarrolló totalmente hasta el siglo XX, momento en el que se fabricaron las primeras calculadoras electrónicas. Los pioneros de la tecnología informática tuvieron que traducir números y letras de manera que los ordenadores pudieran interpretarlos. El código binario era perfecto y parecía predestinado para ello, porque la abstracción de unos y ceros podía traducirse a estados físicos. Dentro del campo de la ingeniería eléctrica, el cero quiere decir que no pasa corriente y el uno, que sí pasa.
Las tarjetas perforadas también contienen información basada en el código binario. Permiten almacenar la información de forma permanente y, al mismo tiempo, esa información puede ser interpretada por un ordenador. Estas tarjetas ya se utilizaban antes de que se inventaran los ordenadores, por ejemplo, en las cajas de música basadas en mecanismos de manivelas.
Puede parecer que cuando hablamos de código binario y de sistema binario nos referimos a dos conceptos sinónimos. Sin embargo, una vez que aprendemos cuáles son las características de un código, es muy sencillo entender la diferencia. Un código binario es un código de programación que está en binario, es decir, en ceros y unos. En informática y telecomunicaciones, el código binario se utiliza con diversos métodos de codificación de datos, tales como cadenas de caracteres o cadenas de bits. Por su parte, el sistema binario es un sistema de numeración, una forma de realizar operaciones con ceros y unos. No necesita de otro sistema para existir. Por ejemplo, cuando realizamos cálculos utilizando el sistema binario, no necesitamos recurrir al sistema decimal para obtener los resultados. En cambio, el código binario es el resultado de aplicar ese sistema binario y siempre se refiere a él.
Sin duda, tanto el código como el sistema binario son conceptos pertenecientes al ámbito de la tecnología de la información. Un ejemplo en el que encontramos presente el código binario es en el código ASCII. Utilizando tan solo siete dígitos y dos estados (el cero y el uno), consigue representar todas las letras del alfabeto latino y algunos caracteres especiales. Eso sí, no permite representar todos los caracteres que existen. Para ello, podemos recurrir a símbolos de longitud variable (de uno a cuatro bytes por carácter Unicode) gracias al formato de codificación UTF-8.