La clonación de un disco duro requiere que se cumplan ciertas condiciones técnicas:el nuevo disco debe tener como mínimo el mismo espacio de almacenamiento que la unidad original, por ejemplo. Si se quiere transferir el contenido de un disco duro de portátil a un disco de tipo SSD, se necesita además una carcasa de disco o un cable SATA-USB. Existen también replicadores de puertos (también llamados estaciones de docking) bastante asequibles, que puedes aplicar a un SSD para luego conectarlo por USB al ordenador. Naturalmente, si el disco SSD al que se quieren transferir los datos ya está integrado en un ordenador de sobremesa, no son necesarios los puertos externos.
Si quieres crear un clon sencillo de un disco duro para guardar tus datos de usuario, basta con tener el software adecuado para obtener buenos resultados rápidamente. En cambio, a la hora de clonar un sistema entero, el proceso se complica. Una vez realizada la transferencia, hay que asegurarse de que el nuevo soporte de datos pueda arrancarse (es decir, sea booteable) y, además, de que sea reconocido al arrancar el sistema. Si se utilizan soportes de datos muy actuales, por ejemplo, Windows podría necesitar controladores específicos para poder iniciarlos e integrarlos al arrancar. Los fabricantes de discos duros ofrecen este tipo de controladores en sus páginas web para que el usuario los instale manualmente.
Además, puede que el arranque con el nuevo hardware requiera ciertos ajustes en el BIOS. Quizá haya que definir el nuevo disco duro como medio de arranque principal, por ejemplo. Por otro lado, si se quiere transferir el sistema operativo a un nuevo soporte, conviene tener un dispositivo de recuperación (como puede ser un DVD booteable en Windows) al que poder recurrir si fuera necesario hacer reparaciones.
La migración o transferencia del sistema operativo puede ser una buena oportunidad para liberarlo de datos innecesarios. Si hace mucho que usas Windows y no lo has limpiado regularmente, probablemente habrás acumulado datos antiguos que ya no necesitas, quizá en directorios de instalación temporales o en la caché del navegador. Muchas conexiones de red guardadas probablemente ya no encuentren la red en cuestión y puede que las listas de marcadores lleven a sitios web que ya ni siquiera existen.
Una vez realizada la migración, con la limpieza previa incluida, dispondrás de un sistema optimizado, con un mejor rendimiento y una estructura más organizada. Naturalmente, el proceso de clonación será más rápido si no han de transferirse grandes cantidades de datos. Sin embargo, transferir el sistema operativo a un nuevo soporte solo resulta ventajoso si el sistema Windows en cuestión ya está libre de contenido innecesario y funciona sin problemas. De lo contrario, en lugar de clonar el sistema operativo, vale la pena instalar uno nuevo.
Antes de iniciar el software de clonación, desconecta del sistema los soportes de datos que no intervengan. Así evitarás que, en el peor de los casos, se escoja como receptor un soporte equivocado, se sobreescriba su contenido y ya no se pueda recuperar. Además, al descartar las unidades que no necesitas, verás los cambios en el proceso de clonación de forma más clara, especialmente si lo llevas a cabo por primera vez.
Entre los preparativos de la migración del sistema también está la protecciónante una posible pérdida de datos. Se recomienda copiar todos los datos, o al menos los más importantes, en un soporte de resguardo que no esté implicado en la clonación, ya que los datos que se dañen o se sobreescriban durante el proceso, por lo general, no pueden restaurarse. Si para la clonación quieres utilizar un disco duro que contenga archivos, asegúrate previamente de hacer una copia de seguridad de aquellos que puedas querer recuperar. Gracias a este tipo de copias, volver al estado inicial de los archivos no supone ningún problema.
Si quieres asegurarte de que el clon del disco duro funciona y no puede causar problemas, puedes tomar una medida de prevención adicional: pedir a Windows 10 que busque, con sus funciones estándar,posibles fallos en las unidades y los solucione. Puedes hacerlo accediendo a la siguiente herramienta:
Ve al disco duro en cuestión a través del explorador de archivos (p. ej: unidad “Datos”, letra “I:”) > clic derecho sobre el disco > “Propiedades” > pestaña “Herramientas” > “Comprobación de errores” > Haz clic en “Comprobar”.