El user centered design se basa en una serie de principios básicos. Siempre se trata de un proceso de desarrollo iterativo, pero no prescribe métodos concretos para su aplicación. Este enfoque se puede integrar en un sistema organizativo tipo cascada o en un entorno más ágil.
Tomando como base la norma ISO 9241-210:2019, y dejando a un lado la aplicación concreta en cada caso, se puede definir un proceso en cuatro fases:
1. Análisis contextual
Para comenzar, se analiza en qué contexto van a emplear el producto los usuarios. ¿Quiénes son los futuros usuarios y para qué van a usar el producto? Los diferentes equipos dentro del proyecto encontrarán las respuestas a estas preguntas mediante observaciones de campo y encuestas a potenciales usuarios.
2. Definición de los requisitos
En una segunda fase, se definen los requisitos específicos del producto. En este proceso, se describen los requisitos de los usuarios, pero también se tienen en cuenta los requisitos de la empresa.
3. Diseño
Únicamente tras recopilar toda esta información, comienza el proceso de diseño en sí. Primero se puede crear un prototipo sencillo, p. ej., de papel; a continuación, se crean wireframes digitales, hasta que finalmente tenemos un prototipo terminado.
4. Evaluación
Una vez creado el prototipo, el equipo de trabajo busca el feedback de usuarios en potencia. En el caso de las aplicaciones digitales, este proceso suele llevarse a cabo mediante numerosas pruebas de usuarios y sondeos de calidad. Se determina la efectividad (¿el usuario puede hacer con el producto lo que desea hacer?), la eficiencia (¿en cuánto tiempo puede alcanzar su objetivo el usuario?) y la satisfacción general.
Teniendo en cuenta la nueva información, el equipo del proyecto retrocede al paso 2 o 3 del proceso de diseño para optimizar el producto. Estas repeticiones tienen lugar hasta que se obtiene una respuesta satisfactoria por parte de los usuarios, siempre teniendo en cuenta las condiciones marco de la empresa (tiempo y costes).