La posibilidad de que QUIC se utilice cada vez más en el futuro se debe sobre todo al compromiso del IETF. Gracias a los ajustes en los estándares generales efectuados desde la creación del grupo de trabajo en 2016, el protocolo ha pasado de estar fuertemente adaptado a Google a convertirse en un protocolo de red general que está ganando en relevancia. No obstante, el proceso de optimización todavía no ha concluido: el equipo de QUIC sigue ocupándose de los problemas existentes para los que es necesario encontrar las soluciones adecuadas.
En concreto el tema de la seguridad, uno de los más importantes en el desarrollo del protocolo, plantea grandes debates. Mientras que la autenticación y el cifrado se ocupan, sin duda, de un transporte de datos seguro, estos dos factores también son responsables de una desventaja decisiva de QUIC: debido a que los encabezados del paquete contienen menos información con texto claro que en las conexiones TCP, tareas como la solución de problemas, la regulación del tráfico ola gestión de redes en conexiones QUIC se complican notablemente. Tanto los operadores de red como los fabricantes de firewalls y de otras cajas intermedias (middleboxes) se encuentran con dificultades para garantizar la calidad de sus servicios.
Otro problema del protocolo QUIC es que el control automático de las sobrecargas en las conexiones con un amplio ancho de banda puede provocar en algunos casos una peor tasa de transferencia.