Existe un gran número de herramientas gratuitas para comprimir archivos en Linux y todas ellas comparten una característica en común, que pueden ser manejadas desde la interfaz de línea de comandos, también llamada terminal o consola. Estas órdenes breves permiten crear fácilmente un archivo comprimido de, por ejemplo, documentos HTML, con el que ahorrar espacio en la memoria, así como ancho de banda durante su transferencia. Si no se está habituado a trabajar con la consola, también se puede recurrir a interfaces gráficas creadas para estas herramientas, así como a los denominados gestores de archivos, que combinan múltiples programas de compresión en una única interfaz -aunque deben estar también instalados en el sistema. Esta opción necesita, lógicamente, más recursos del sistema, por lo que comprimir archivos en Linux desde la interfaz de línea de comandos sigue siendo la opción más sencilla y asequible.
Los diferentes programas se diferencian entre sí por el grado de compresión, lo cual va ligado a una velocidad diferente, aunque, por lo general, es posible seleccionar diferentes modos dentro de cada herramienta con el fin de proporcionar, por ejemplo, un mejor rendimiento en cuanto a la memoria de almacenamiento o simplemente para comprimir archivos lo más rápidamente posible. Otra característica diferenciadora en los programas de compresión es el formato de salida. Debido a la variedad de algoritmos utilizados, los archivos comprimidos obtienen diferentes formatos y requieren el uso de diferentes programas para poder extraerlos.