Las aplicaciones web dependen de los servidores, que disponen los datos en Internet y los distribuyen a demanda de los navegadores, como por ejemplo, cuando un usuario accede a una aplicación web desde su navegador. En un servidor dedicado, el cliente del alojamiento web tiene a su disposición componentes de hardware expresamente diseñados para él. Por lo tanto, en comparación con otras posibilidades de alojamiento, al hablar de servidores dedicados se hace referencia a equipos físicos localizados en el centro de datos del proveedor, a cuyos recursos solo tiene acceso la persona que haya contratado el servicio. Con ello, se tiene la libertad de llevar a cabo todo tipo de actualizaciones e incluso de elegir el sistema operativo más conveniente. Los servidores dedicados son, generalmente, apropiados para proyectos web de gran envergadura y con una previsible necesidad de recursos. Este modelo de alojamiento web es utilizado por desarrolladores para proyectos ambiciosos, así como para grandes tiendas online y numerosas ofertas de software como servicio −Software-as-a-Service. Debido a que solo el proveedor del servicio y quien lo contrata pueden gestionar el servidor, los servidores dedicados son muy seguros. Sin embargo, puesto que se trata de máquinas físicas independientes, la ampliación de los recursos del servidor solo se puede realizar de manera limitada. Si el proyecto web supera el nivel máximo de rendimiento, en la mayoría de los casos es necesario recurrir a un servidor de rendimiento superior.