Corría el año 1991, pero solo tres años más tarde Tim Berners-Lee fundó el World Wide Web Consortium, que desde entonces se dedica a crear estándares uniformes para la Web. Con este propósito se desarrollaron las Web Content Accessibility Guidelines, que también se utilizan como base para la directiva de la Unión Europea para mejorar la accesibilidad web. En España se redactó la Ley 10/2014, de 3 de diciembre, de accesibilidad con el objetivo de “[…] garantizar a las personas con discapacidad la igualdad de oportunidades en relación con la accesibilidad universal y el diseño para todos respecto a los entornos, procesos, bienes, productos y servicios, así como en relación con los objetos o instrumentos, herramientas y dispositivos, de modo que los mismos se hagan comprensibles, utilizables y practicables por todas las personas, en igualdad de condiciones de seguridad y comodidad y de la manera más autónoma y natural posible.”, tal y como reza el artículo 1.
Asimismo, dicho texto legal recoge los principios que sirven como base: la accesibilidad universal, el diseño para todas las personas, la inclusión social, la igualdad de oportunidades, la vida independiente, el diálogo civil, la normalización y la transversalidad de las políticas en materia de discapacidad. Por otro lado, también se hace una distinción entre los diferentes grupos sobre cuyas dificultades se sustenta una ley de tales características y donde se engloban, entre otros, personas con discapacidad física, sensorial, visual, movilidad reducida, etc.
La aplicación de las directrices de accesibilidad web del W3C para regular el diseño de páginas web accesibles no solo resulta una buena medida para las empresas bajo un punto de vista altruista, sino también por motivos económicos.