Incluso las empresas sanas deberían desarrollar un documento que ayudara a identificar las fases críticas a tiempo. También es bueno tener preparada una gestión de crisis lista para aplicarse cuando se necesite.
En primer lugar, hay que identificar los riesgos e indicar las posibles soluciones. Los planes para situaciones de emergencia se elaboran en función de los distintos escenarios que pueden darse a lo largo del ciclo de desarrollo de una crisis. En lo que a la liquidez se refiere, es importante determinar el valor de las pérdidas previstas para diversas situaciones, de modo que se pueda disponer de las reservas adecuadas. También se definen indicadores específicos dentro de la empresa para garantizar el funcionamiento del sistema de alertas.
En un plan de crisis, se regula la estructura y el desarrollo de la gestión de la crisis. Este servirá de guía en caso de emergencia, previniendo situaciones de caos y garantizando la reacción rápida. Además, regula las estructuras organizativas y enumera las medidas más importantes. El objetivo es tener un equipo preparado para actuar que garantice que no sea una sola persona la encargada de tomar las decisiones, sino que sea el equipo de expertos el que decida en conjunto el procedimiento: en el plan se nombra a los empleados que van a formar parte de este grupo o comité, se determinan sus áreas de responsabilidad y se crea un marco jurídico para adoptar medidas determinadas en situaciones críticas. De este modo, la persona responsable de las relaciones públicas podría formar parte del equipo de crisis, contando en este periodo con competencias adicionales que le permitiesen desempeñar mejor su función de evitar daños en la imagen de la empresa.
En el mejor de los casos, un comité de crisis estaría formado por:
- un equipo central de una a tres personas con facultad de decisión ampliada,
- un gestor de crisis con la última palabra,
- un grupo de trabajo especial más amplio, con los jefes de departamento y otras especialidades y,
- si es necesario, consultores externos.
Las empresas de nueva creación que no cuenten con los empleados suficientes para crear un comité, ya han dado un gran paso si son capaces de determinar las señales de una crisis. Las reuniones periódicas con el personal sirven también como indicadores y una cultura corporativa abierta evita que se oculten los problemas. Por supuesto, disponer de medidas de control fiables también resulta de gran utilidad.
Además de disponer de un comité específico, un plan de prevención de crisis sostenible también debería proporcionar recomendaciones para los procesos de trabajo:
- ¿Quién es la persona de contacto cuando una situación empeora?
- ¿A quién hay que informar primero? ¿Quién tiene autorización para poner determinadas medidas en marcha?
- ¿Quién evalúa y supervisa el éxito de las medidas?
Todas estas preguntas deben encontrar una respuesta en el proceso de organización. Lo importante es que se cree una cadena de aviso, de manera que todos los responsables estén informados. Al menos uno de los empleados debe tener conocimiento de las medidas que han de ponerse en marcha.