El método pomodoro apuesta por unidades de trabajo cortas y organizadas y un sistema estricto de intervalos de trabajo y pausas. Los críticos opinan que es un sistema demasiado estricto y que genera dificultades con tareas más grandes.
Por ejemplo, a la hora de redactar un texto largo, puede ser que tras 25 minutos justo acabes de meterte en la tarea. La técnica pomodoro te obligaría a hacer una pausa. Esta pausa podría interrumpir tu flujo creativo de ideas y resultar contraproducente. En casos así, puede ser útil experimentar con períodos más prolongados, por ejemplo, 50 minutos.
También es posible que no se puedan hacer cuatro pomodori seguidos. Hay quienes, por ejemplo, solo quieren trabajar una hora sin distracciones en un proyecto tras su jornada laboral. Con esta técnica solo tendría tiempo a realizar media sesión y, técnicamente, ya no estaría siguiendo el sistema completamente.
Otros detractores opinan que el tiempo limitado y la presencia continua del cronómetro suponen factores añadidos de estrés y tensión. En lugar de trabajar de manera más concentrada, habrá gente que se despiste más mirando el reloj de arena o la aplicación. En este caso, la técnica pomodoro genera una distracción permanente.
Está claro que el método pomodoro puede ser una ayuda para aumentar la productividad y para no caer en la rutina de hacer varias tareas a la vez, pero no le funciona a todo el mundo ni en todos los contextos.
Para saber si puedes beneficiarte del método, deberías tomarte unos días para familiarizarte con el sistema. La buena noticia: si descubres que la “técnica del tomate” no es para ti, no pasa nada, hay muchas otras técnicas para la gestión del tiempo como la matriz de Eisenhower que te permites mejorar tus procesos de trabajo.