Sistema de crédito social chino: una puntuación con muchas consecuencias

Los preparativos para implementar el sistema de crédito social chino, que debería ser obligatorio para todos los ciudadanos y empresas, llevan en marcha desde 2014. Lo más probable es que se retrase su introducción en todo el país, anunciada originalmente para 2020. No obstante, son ya muchas las empresas nacionales y extranjeras registradas en China que se someten a una vigilancia más estricta y que aparecen en listas de evaluación y bases de datos. Por lo tanto, las empresas que operen en China o quieran expandirse al mercado de ese país en el futuro deben familiarizarse pronto con los efectos del sistema de puntuación social chino.

¿Qué es el sistema de crédito social?

Un sistema de crédito social (SCS) es un sistema digital de control, registro y puntuación basado en datos que clasifica y evalúa a los individuos, funcionarios, empresas, organizaciones y asociaciones, penalizando y sancionando el mal comportamiento, por un lado, y, por el otro, concediendo ciertas ventajas a quienes se comportan de manera ejemplar. Este sistema de puntuación se remonta al “Proyecto de planificación para el desarrollo de un sistema de crédito social (2014-2020)”, aprobado el 14 de junio de 2014 por el Consejo de Estado chino.

El plan original del sistema de crédito social era introducirlo en toda China a partir de 2020. Sin embargo, hasta ahora solo ha habido unos pocos proyectos piloto y de prueba del sistema de crédito social chino, algunos de los cuales tienen enfoques muy diferentes entre sí. Se sabe muy poco de muchos de estos proyectos de prueba, unos 70 en todo el país según estimaciones occidentales. De momento, la atención se centra en las grandes ciudades y las regiones densamente pobladas: está por ver si el sistema se implementará totalmente en las zonas rurales y, si es así, cuándo.

No solo el Estado ha implementado el sistema de crédito social a gran escala en China con sus proyectos piloto: también varias grandes corporaciones chinas están adquiriendo experiencia en ese ámbito y creando extensas bases de datos desde hace años. Los medios de comunicación asumen que los conjuntos de datos recopilados en los proyectos piloto y de prueba pasarán a formar parte del sistema de crédito social nacional. Además, es probable que técnicas de vigilancia digital como la videovigilancia y el reconocimiento facial también se incorporen en este sistema de reputación, lo cual ya es el caso en algunos proyectos actuales.

¿Qué objetivos tiene el sistema de crédito social chino?

El sistema nacional de crédito social que se está desarrollando actualmente tiene varios objetivos. Por un lado, el régimen chino quiere registrar el comportamiento de los ciudadanos, empresas, autoridades y organizaciones a nivel político, moral y social. De acuerdo con sus propias declaraciones, el Estado chino defiende ante todo la función educativa del sistema de crédito social. Idealmente, debe promover una responsabilidad personal preventiva que elimine de raíz y en una fase temprana los comportamientos que el Estado considera negativos.

Según este modelo, los ciudadanos deben adoptar cada vez más un comportamiento que favorezca el bien común y comportarse de manera socialmente ejemplar; por ejemplo, asumiendo tareas benéficas voluntariamente. Además, un sistema de puntuación aceptado y vinculante en todo el país debería promover la honestidad y la confianza en la sociedad de los individuos y las empresas. A nivel económico, el Gobierno chino insiste en los efectos de regulación y control del sistema. Si es posible, el Estado quiere cubrir casi todos los aspectos de las actividades económicas y empresariales, regulando todo el mercado y apoyándose en las tecnologías de la información y los macrodatos (el llamado SCS corporativo).

Otros objetivos son evitar los escándalos alimentarios, combatir la omnipresente corrupción y aumentar la seguridad, animando a los ciudadanos a cumplir con las normas y las leyes. El Estado quiere mejorar la gestión económica y de la deuda del pueblo chino y evaluar la solvencia de millones de personas que no tienen cuentas bancarias. También los servicios administrativos deberían optimizarse con este sistema basado en datos, y la protección del medio ambiente se beneficiaría de un mayor control y seguimiento. Por otra parte, el Gobierno espera que el análisis digital de inmensas bases de datos permita predecir el comportamiento social de cara al futuro.

¿Cómo funciona el sistema de crédito social chino?

Como el Gobierno chino aún está estableciendo el sistema en el país y no lo presenta de manera coherente, actualmente existen versiones muy diferentes sobre su funcionamiento y su estructura.

Cabe suponer que se extenderá el sistema de listas, que ya se implementa a gran escala. Estos listados se basan en un certificado de antecedentes penales (una especie de certificado de buena conducta). Las agencias gubernamentales utilizan listas negras para evaluar a los ciudadanos y empresas que han violado las leyes, normas y regulaciones sectoriales existentes. En las listas rojas, por el contrario, se registran las empresas e individuos que actúan de una manera especialmente compatible con el sistema. Las bases de datos que guardan estas listas son de acceso público en China.

Las listas negras y listados de puntuación social actuales pueden consultarse en los enlaces de la Plataforma Nacional de Intercambio de Información de Crédito y el  Sistema Nacional de Publicidad de información Crediticia Empresarial. En el segundo sitio web, se puede ver el nombre y la puntuación de cada empresa o su “identificador de crédito social unificado”, un número de 18 dígitos (la página solo está disponible en chino). Si te interesa aprender a moverte por estas plataformas y buscar los correspondientes datos de tu empresa, puedes consultar la guía The Digital Hand, publicada por la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China, que opera como Cámara Europea (solo disponible en inglés).

Por lo que suele comentarse en los medios de comunicación, se presupone que el sistema de listas estará estrechamente relacionado con un sistema de puntos. De hecho, varios proyectos ya utilizan un sistema de evaluación basado en puntos, como el Sesame Credit System de Ant Financial, filial de Alibaba, que existe desde 2015 y en el que los ciudadanos chinos pueden participar de forma voluntaria. Este sistema evalúa sobre todo la solvencia y calcula la capacidad crediticia basándose en un sistema de puntos.

Cuando se recopilan los datos en este sitio o también en la plataforma B2B Alibaba.com y Taobao, la propia plataforma de subastas en línea del grupo, se guarda información sobre el lugar de residencia, el puesto de trabajo, la situación familiar y el historial de pago de facturas y uso de tarjetas de crédito. Asimismo, quedan documentadas las manifestaciones de cariz político y el comportamiento del consumidor en las redes sociales.

Si el grupo Alibaba suele compararse con Amazon, Tencent es el equivalente chino de Facebook. Desde hace varios años, esta empresa implementa Tecent Credit, que equivale al Sesame Credit System de Alibaba. La empresa genera bases de datos sobre todo a través de WeChat, originalmente un servicio de chat (similar a WhatsApp), que ahora se ha ampliado y ofrece otros servicios, como el sistema de pago móvil WeChat Pay, comparable a Apple y Google Pay.

El sistema de puntos también sirve de base al sistema de crédito social de la ciudad costera china de Rongcheng, que funciona desde 2014. Sus 670 000 habitantes ya obtienen una puntuación social en la vida cotidiana, que deben presentar cuando solicitan un préstamo o piden un ascenso en su empresa.

En vista de estos y otros proyectos precursores, muchos expertos asumen la inminente expansión de un sistema nacional de crédito social basado en puntos, aunque aún no haya sido confirmado oficialmente por las autoridades chinas. Según este concepto, todos los actores comienzan con una puntuación de partida (1000 puntos). Si se comportan de forma positiva, suman puntos, hasta un máximo de 1300 puntos. Cualquier actitud que se perciba como negativa hace perder puntos a la persona (el valor mínimo son los 600 puntos). Los actores considerados ejemplares obtienen una recompensa. En el peor de los casos, las personas que no actúen de acuerdo con los modelos de conducta positivos prescritos por el Estado pueden acabar en una lista negra con la designación oficial de “lista de entidades de escasa confianza” (en inglés, heavily distrusted entities list).

Hasta la fecha, los sistemas de crédito social chinos se han basado en varios criterios de evaluación, que muy probablemente también desempeñarán un papel importante en el sistema nacional.

Actualmente, los factores de evaluación más importantes para los individuos son su solvencia y su comportamiento como consumidores (tanto en el mundo físico como en Internet). Para esta puntuación cuentan las actividades y las violaciones de las normas en las redes sociales, así como el comportamiento de la persona en la vida social y cotidiana. Por ejemplo, quienes protegen la propiedad pública, se manifiestan a favor de la cohesión familiar o cuidan a sus padres o parientes enfermos se benefician de un aumento en la puntuación social china. También los antecedentes penales y el comportamiento en el transporte público (por ejemplo, viajar sin billete o fumar en el tren) influyen en ella. Incluso los hábitos alimenticios y las evaluaciones de los superiores y los arrendatarios afectan a la calificación.

Los factores de evaluación para las empresas son, por ejemplo, la calidad de sus productos, la protección del medio ambiente (cumplimiento o violación de las normas de emisión de carbono), la fijación de precios, la concesión de licencias o la gestión y la transferencia de los datos. El importe de los impuestos abonados y el cumplimiento de los plazos de pago también se tienen en cuenta en la puntuación, así como las reseñas sobre la empresa que dejan los usuarios en las redes sociales. Hasta el comportamiento de los empleados influye en la calificación de toda la empresa: si esta tiene varias filiales en China, la evaluación de una sola sede puede afectar a toda la empresa.

Sin embargo, actualmente no está claro cómo se ponderarían esos criterios de evaluación en un sistema de puntuación nacional y si cada infracción tendría un impacto negativo inmediato. Como señalan expertos en China como Jeremy Daum, lo más probable es que primero tenga que producirse una infracción grave de tipo penal (como el fraude, el robo o la evasión de impuestos). Solo entonces el perfil negativo se complementaría con más faltas de conducta.

Tampoco queda claro cuándo se actualizarán las puntuaciones y las listas negras para incorporarlas al sistema nacional. Actualmente, se puede permanecer en la lista negra durante más de cinco años en caso de una infracción grave, siendo la permanencia de un mínimo de seis meses. En todo caso, el proceso puede acelerarse si la empresa busca rápidamente solución a sus problemas. Por ejemplo, la empresa puede librarse de una mala puntuación presentando una carta de acuerdo de rescate crediticio y otros documentos para tal fin. También hay disponibles recursos administrativos legales.

Técnicamente, según los medios de comunicación, el sistema de crédito social chino utilizaría bases de datos en red, grabaciones de imagen y sonido digitales, análisis de macrodatos y minería de datos y métodos de inteligencia artificial. Para las evaluaciones tecnológicas no solo se podría recurrir a las bases de datos de los proyectos y sistemas existentes: por ejemplo, también se espera que el sistema nacional de vigilancia digital y electrónica, llamado Skynet, proporcione más datos. Skynet actualmente consta de casi 600 millones de cámaras de vigilancia, que se utilizan, entre otras cosas, para el reconocimiento facial y, más recientemente, también para el reconocimiento de la marcha.

¿Qué efectos tiene el sistema de crédito social chino?

Las consecuencias del sistema de crédito social chino difícilmente pueden preverse en este momento, ya que el sistema solo está empezando a introducirse a nivel nacional y actualmente se desconocen muchos detalles. Entre las ventajas que más se dice que conllevaría el supuesto comportamiento ejemplar se incluyen:

  • Preferencia en las admisiones escolares
  • Prioridad a la hora de obtener un puesto de trabajo
  • Facilidades para acceder al crédito (también para las empresas)
  • Preferencia para obtener contratos públicos (especialmente para las empresas)
  • Mejor asistencia sanitaria (por ejemplo, reducción de los tiempos de espera en los hospitales o acceso gratuito a los gimnasios)
  • Descuentos en el transporte público y en el alquiler de coches y bicicletas
  • Más facilidades para obtener un ascenso
  • Reducción del tiempo de espera para la vivienda de protección oficial
  • Desgravaciones y reducciones fiscales (también para las empresas)

Los ciudadanos y las empresas que se comporten de acuerdo con las normas y acepten las reglas del juego del régimen pueden, por lo tanto, obtener muchos beneficios del sistema. En cambio, cualquiera que entre en conflicto con los valores y normas del sistema estatal de crédito social sufriría, por ejemplo, las siguientes consecuencias:

  • Denegación de licencias y permisos (también para las empresas)
  • Prohibición de emitir acciones para las empresas
  • Prohibición de ejercer cualquier actividad empresarial en ciertos segmentos del mercado (por ejemplo, mercado de valores)
  • Desventajas a la hora de obtener licencias de producción, exportación o importación
  • Imposibilidad de obtener contratos públicos para las empresas
  • Dificultad de acceso al crédito (también para las empresas)
  • Altas tasas de inspección al importar mercancías para las empresas
  • Sanciones para las empresas
  • Más auditorías fiscales y sin previo aviso para las empresas
  • Desventajas a la hora de viajar, como la prohibición de reservar vuelos o trenes de larga distancia (también para las empresas)
  • Difícil acceso a las prestaciones sociales
  • Uso limitado de los servicios públicos
  • Imposibilidad de trabajar en el sector público
  • Imposibilidad de inscribirse en escuelas privadas

Si los ciudadanos o las empresas acaban en una lista negra por sus “delitos”, quedarán automáticamente expuestos en Internet o en pantallas instaladas en los espacios públicos. Ya se han emitido muchas restricciones. Solo en 2018, se emitieron 15 millones de órdenes de prohibición que impidieron a las personas con una baja puntuación viajar largas distancias en tren o en avión.

¿Qué críticas hay al sistema de crédito social chino?

En China las críticas al sistema de crédito social son limitadas. Aparentemente, existe cierta aceptación, ya que muchos ciudadanos depositan grandes esperanzas en su aprobación y dan crédito a las promesas del gobierno (más seguridad, menos corrupción, etc.). También a nivel tecnológico la gente percibe más ventajas que inconvenientes en la digitalización generalizada. La protección de los datos desempeña un papel secundario en el país. Obviamente, la falta de oposición también puede deberse al temor a las sanciones, ya que el Estado chino no suele tolerar las críticas abiertas.

Muchas voces occidentales alertan de que China está dando un gran paso hacia un estado de vigilancia con el sistema de crédito social. El Gobierno quiere consolidar su poder y controlar a los ciudadanos de la forma más completa posible en todos los ámbitos de la vida. Desde hace muchos años, el Estado chino es criticado por centralizar la recopilación de los datos de forma demasiado amplia y exhaustiva. De este modo, los actores políticos chinos pueden acceder a una gran cantidad de datos centralizados sin ningún control. La vigilancia y la evaluación digital está convirtiendo a los chinos en ciudadanos transparentes, lo que permite obtener y vincular muchos datos. Por otra parte, el sistema de crédito chino complementa los mecanismos de vigilancia y censura existentes, ya que China, al igual que Corea del Norte, controla el acceso a Internet, así como la propia red. Los críticos suelen comparar el país con las famosas distopías de George Orwell (1984) y Aldous Huxley (Un mundo feliz).

Además, los críticos perciben el riesgo del estigma social: en un sistema como este, los disidentes, los individualistas y los inadaptados serían marginados y desfavorecidos. En última instancia, pueden acabar surgiendo ciudadanos y empresas de segunda clase a los que les cueste salir de la espiral descendente de listas negras y puntuaciones negativas.

En cualquier caso, un mercado tan controlado y dirigido tiene poco en común con la economía de libre mercado. Un entorno tan altamente regulado puede considerarse hostil a la innovación. Las empresas se ven obligadas a elegir a sus socios comerciales con mucho cuidado (de acuerdo con las normas y estándares estatales). Si su puntuación es negativa o si aparecen en la lista negra, corren el riesgo de perder a otros socios o, incluso, de que nadie acepte colaborar con ellos.

Si alguien pone en evidencia una empresa públicamente, su imagen queda destruida para siempre. La mala puntuación y la inclusión en la lista negra pueden ser especialmente dramáticas si las acusaciones no están justificadas y se basan en denuncias falsas, espionaje dudoso o suposiciones incorrectas. También cabe el riesgo de que el sistema estatal centralizado, que no es transparente, sea susceptible de fraude y corrupción. Hasta la misma población china pone en duda si la seguridad jurídica que promete el sistema es viable.

A ojos de los críticos, este sistema opaco se contrapone al concepto europeo de la protección de los datos, al que obliga el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD). Sobre todo, se percibe el peligro del entrecruzamiento de datos e información: si los ciudadanos o las empresas llaman la atención en un aspecto de la puntuación, pueden ser sancionados también en otras áreas.

Con todo, también hay voces que relativizan el sistema. Algunos artículos de prensa y expertos en China señalan que las críticas son precipitadas y reflejan los temores occidentales a un estado de vigilancia. Insisten en que el sistema aún está en ciernes: todavía no está del todo claro si se implementará en todo el país, si se aplicará por igual a todos los ciudadanos o si lo abarcará todo. Además, especialmente en el ámbito empresarial, el sistema de crédito social chino es menos un sistema de control que un sistema de incentivos. En términos de responsabilidad personal, las empresas pueden contribuir significativamente y por iniciativa propia a un sistema de crédito social positivo.

Jeremy Daum, investigador del Paul Tsai China Center de la facultad de derecho de Yale y experto en China, sugiere que el sistema de crédito social chino es ante todo una herramienta de propaganda con el principal objetivo de disciplinar a los ciudadanos con medidas atemorizantes e instarlos a la honestidad. La vigilancia de alta tecnología que suele criticarse en el mundo occidental se sobreestima enormemente. Según Daum, muchas cámaras de vigilancia ni siquiera funcionan, y los “superalgoritmos” y las tecnologías de IA apenas se han utilizado hasta ahora o no se han utilizado en absoluto.

Asimismo, hay voces que sugieren que existe una tendencia global hacia los sistemas de crédito y puntuación basados en datos más allá de China. En Alemania, por ejemplo, existe la Schufa, que permite comprobar la solvencia de las empresas en una base de datos. Sin embargo, a diferencia de China, la puntuación social no se utiliza en otros aspectos administrativos, aunque sí en el ámbito privado, como las redes sociales: es muy posible que sus bases de datos, repletas de información personal, no estén en mejores manos en este caso. Por ejemplo, el acceso a los datos confidenciales de los usuarios de Facebook durante la campaña electoral estadounidense deterioró gravemente la confianza en las prácticas de protección de datos privados. Además, cabe respetar un concepto de la protección de los datos que considere que estos están más seguros en manos del estado que de las empresas con ánimo de lucro.

Una visión moderada analizaría más de cerca los efectos positivos del sistema: las empresas podrían beneficiarse de la optimización de la lucha contra la corrupción, de la regulación eficaz del mercado y de la seguridad de contar con socios comerciales que hayan demostrado tener un historial limpio y no haber cometido prácticas empresariales dudosas.

En resumen: prepararse y observar el desarrollo

Debido a las muchas ambigüedades y las grandes divergencias de opinión, incluso por parte de los expertos en China, es difícil valorar el sistema de crédito social chino de manera concluyente. En cualquier caso, las empresas deberían desarrollar una estrategia para operar en un mercado cada vez más regulado y actuar para obtener una calificación positiva de manera activa.

Las empresas también deberían anticipar su manera de actuar en caso de acabar en la lista negra y las posibles medidas para salvarse de una mala puntuación a tiempo. Hay que tener en cuenta que las empresas ya son evaluadas se forma muy estricta en China: incluso los propios empleados son observados muy de cerca.

Otra medida sería comprobar los procesos internos y los socios comerciales actuales y futuros de acuerdo con los requisitos de un sistema de crédito social a nivel nacional. Como no se puede descartar que se produzcan cambios permanentes a corto plazo en el sistema de puntuación, también se requerirá flexibilidad y agilidad de cara al futuro. En vista de la situación actual, conviene no perder de vista el desarrollo del sistema de crédito social chino.